El hotel cuenta con una ubicación conveniente para explorar la ciudad a pie y ofrece una vista maravillosa desde su terraza en la azotea. La recepción es amable y atenta, y se mostraron dispuestos a solucionar cualquier problema que surgiera durante la estancia. Las habitaciones son espaciosas, limpias y cómodas, con camas especialmente confortables. El desayuno, aunque sencillo, es fresco y delicioso. Además, el personal encargado de las habitaciones siempre nos recibió con una sonrisa.
Uno de los principales inconvenientes que encontramos fue el nivel de servicio del personal, que no resultó muy acogedor ni agradable. Además, nos decepcionó que el interior de las habitaciones no reflejara el encanto del exterior del hotel. Aunque eran amplias y bonitas, nos hubiera gustado encontrar una decoración auténticamente romana. El baño, aunque espacioso y bonito, carecía de personalidad al ser completamente gris. Por otro lado, el restaurante del hotel no cumplió nuestras expectativas en cuanto a la calidad de la comida. La ensalada Caesar carecía de sabor y el pescado estaba demasiado salado.